Leo con satisfacción la creación de un nuevo blog
aragón ateo, obra del
maese barrenau.
Nunca la verdad que me había preocupado mucho el tema de ser o dejar de ser ateo,
quizás por la educación que
recibí desde pequeño me he mantenido bastante al margen, y he considerado al que era
católico,
musulmán o budista como los seguidores de un deporte que a mi
sencillamente no me interesa. Por eso para mi ser ateo es como decir que no me interesa el lanzamiento de martillo, algo bastante insignificante para el que me quiera conocer, una
característica de poca importancia. Y así realmente
permanecería yo, si la otra parte se comportara
recíprocamente y me mantuvieran al margen de sus fanatismos. Es decir si fueran capaces de entender que aunque el gran lanzador de martillo Manolo
Martinez opinara hace unos años que el peinarse con raya en medio es algo inmoral haya gente que pueda discrepar e incluso aventurarse a peinarse de dicha forma sin que tengan porque ser condenados al infierno.
Ahora un poco más en serio, reconozco la gran labor que tuvieron desde hace miles de años las religiones en unas sociedades
débiles, infantiles, en los que
ocurrían muchos
fenómenos para los que la ciencia no tenia explicación, en las que era necesario una serie de normas de convivencia, bajo la amenaza de un poder invisible (un dios que todo lo
veía y todo lo juzgaba). Pero por eso mismo, cuando las sociedades empiezan a madurar, a hacerse fuertes socialmente, conforme la ciencia avanza dando explicación a todos los
fenómenos que antes nos aterraban, las religiones dejan de tener sentido, e incluso acaban resultando una
rémora del pasado que en vez de ayudar a la
organización social contribuyen a su
desestabilización. Veamos un ejemplo claro, que los musulmanes no pudieran comer cerdo es una cosa muy
lógica ya que
vivían en sitios con alta presencia de triquinosis, un
parásito presente en la especie porcina que puede provocar la muerte del humano que lo ingiere, pero hoy en día con los sistemas intensivos de
cría de porcino y los
análisis veterinarios
postmorten, morirse de triquina es algo tan
improbable como morir electrocutado por tu ordenador mientras lees este blog. Es un ejemplo que me gusta, por lo clarividente que resulta, ya que nos indica que las sociedades evolucionan mientras las religiones se quedan ancladas en el momento en que nacieron.
Pero lo que es peor y que clama al cielo (nunca mejor dicho) es cuando en papeles escritos hace 2000 años se pretende buscar soluciones a problemas que en ese momento no se
conocían o no eran de la importancia que son hoy en día y me refiero a la eutanasia, el
preservativo, el aborto, la investigación con
células madres... No creo que a un joven melenudo de 25 años en la judea de hace 2000 años le preocupara mucho si se investigaba o no con
células de un
embrión.
Pero que aun así no
tendría ninguna importancia en la sociedad que tu
renuncies a utilizar un
preservativo, que a los 15 años quieran tener un
crío, que renuncies a
tratamientos contra la diabetes por provenir de investigación con
células madre o que quieras vivir 20 años en un silla de ruedas moviendo solo los
párpados, al resto de la gente nos da lo mismo. El problema es cuando esas creencias pretendes
imponérnoslas a nosotros, impidiendo y
coartando nuestra libertad como individuos, en ese momento es en el que los
pacíficos ateos que nos la había
traído al pairo si
querías salir en semana santa cargando por la calle un hombre crucificado tendremos que salir a defender nuestros derechos como ciudadanos.
Como he dicho siempre si
después de morir en vez de ser juzgado por mis actos, he de ser juzgado por vivir de forma temerosa sin capacidad de critica, por acudir una vez por semana a un edificio a escuchar un
sermón de un hombre que no deja oportunidad de replica, por participar en un
espectáculo de exaltación del consumo acompañado por una mujer vestida de blanco, o por no disfrutar del sexo como algo más que una mera función
reproductora, ese sera un cielo tan aburrido y tan injusto que preferiré pudrirme en el infierno.
amen